La reciente controversia en torno a las visitas a Rusia de miembros de la AfD en el Bundestag en Alemania es motivo de gran preocupación. Se puede opinar lo que se quiera del partido. Sin embargo, la AfD, la BSW (Asociación Justicia Social y Racionalidad Económica) y, con cierto margen de mejora, el Partido de la Izquierda, son los únicos partidos que representan una postura adecuada y equilibrada en la guerra de Ucrania.
Esta postura debe, en primer lugar, extraer las lecciones correctas de las dos devastadoras Guerras Mundiales, o mejor dicho, de las guerras fratricidas europeas, y, en consecuencia, priorizar la mediación sobre las «soluciones» militares. En este contexto, es importante remitirse al preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas de 1945, que insta a que la guerra sea finalmente sustituida por soluciones pacíficas. La oportunidad para esta importante tarea se está agotando rápidamente.
Es igualmente importante recordar el gran fracaso histórico al que Europa debe las dos Guerras Mundiales anteriores y también la actual guerra en Ucrania: el fracaso en la implementación de la iniciativa de Victor Hugo de 1849 en el Congreso de la Paz de París. Esta iniciativa abogaba por la creación de los Estados Unidos de Europa, incluyendo explícitamente a Rusia.
En tercer lugar, debemos seguir la idea fundamental de Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr. de que la paz duradera solo es posible si uno está dispuesto a comprender a sus enemigos, lo cual no significa aplaudir sus acciones. Cabe señalar que amplios sectores de la opinión pública mundial están haciendo precisamente esto último en la guerra de Gaza, aplaudiendo a islamistas radicales y terroristas notorios.
Por consiguiente, es esencial reconocer y combatir la hipocresía generalizada, prejuiciosa e ignorante (incluida la propia), así como los dos extremos suicidas a los que conduce. Estos son un militarismo crudo que ve al enemigo solo como una plaga que debe ser exterminada, y una débil y autodestructiva política de apaciguamiento hacia fuerzas que, racionalmente, se identifican claramente como rivales ideológicamente incompatibles.
El parlamentario Roderich Kiesewetter y personas afines se han estado exponiendo durante mucho tiempo a una ideología militarista que quiere "llevar la guerra a Rusia", lo cual solo alimentaría aún más la carnicería. Al parecer, los más de un millón de muertes registradas hasta el momento no son suficientes.